Vuelvo a perderme, solitario, en parajes olvidados.
Mis manos frías sostienen los delirios del futuro (y en tus ojos un barco partió entre lágrimas y sal).
Seguirán callados los pasos de mi cuerpo, lejos del último abrazo y el último «te quiero».
El sol oculto por las nubes,
muestra el rosa de tus labios.
El rastro torpe de mi huida,
hundido en tu mar mi barco.
La noche calla porque te sueña;
la luna luce mientras me esperas.
La sombra es muy fría y
mis manos tiemblan…
Tu nombre vive entre luces, guardado.
El alma muerta, sobre tu ausencia,
vuelvo a besarte llorando.
Camino buscando mis huellas:
Cerrados mis ojos, con clavos.