Hay un nudo en cada minuto que estoy obligado a deshacer para seguir avanzando, despacio.
Hay un ojo que dibujo, ciego y mudo, tras cada esquina, para que me observe, me juzgue y me lleve preso –si fuese necesario–.
Hay algo que sobra, que falta, que ahoga, que quema.
Hay algo que es nada, pero lo abarca todo. Tan cercano, tan distante…
No lo busques, no lo toques, no lo quieras, no lo entiendes… porque no queda, no suena, no flota ni vuela…
Pero está en mí y desde mí.
Por mí y para mí.
Y morirá conmigo.