Las mareas son los latidos del mundo, a su merced dejo mis pedazos. Lenta, mi cadencia y la canción de mi cabeza cuando dejó de sonar –o de soñar–.
Me llama la marea, también es mi latido, mi sangre y las horas que me faltan para irme despacio, tras ella.
No miraré atrás, que ya no queda nada.
Confundí las sombras con destellos.
Me voy tras ellos.
Precioso. Enhorabuena Luis
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