Mientras el tiempo suspendido quedó reflejado en un lago estático, la niebla se aferra a sus jirones; esos que el viento ya no mueve.
El último de mis latidos quedó atrapado y ya sólo resuenan los pasos del adiós.
En todas partes encuentro un retazo de mi sombra dispuesta a marchar, tan sólo por alejarse de mi.
De mi oscuridad nacen, o quizá mueren, palabras dispersas que caen al vacío para romperse en mil pedazos afilados allí donde un día había luz y hoy sólo hay misterio.
Olvido y recuerdo.
Duermo con uno, amanezco con otro…