Nuestra conciencia blanca será la luz brillante del mundo.
Seremos capaces de distinguir lo posible de lo que no lo es.
Aprovecharemos la brisa fresca como viento a favor.
Volaremos incluso, con alas de cartón.
Aprenderemos a gritar aunque no nos quede voz.
Con sal en los labios.
Con arena en los bolsillos y en los pies desnudos.
Soñaremos para saber lo que queremos. Y lloraremos si es necesario, porque el viento en el rostro se llevará nuestras lágrimas.
Inventaremos palabras para reírnos del mundo.
Tendrás el sol y la luna como referencia, el mar y las olas como tu parcela y las rosas de tu puerta como versos de amor que latirán sólo para ti.
Un paso irá siempre detrás de otro y antes que el siguiente.
Te ofrezco mis ojos para que en ellos te reflejes.
Mi memoria para que recuerdes.
Y quizá volveremos a llenarnos el alma de heridas. Pero serán heridas nuevas, porque las viejas heridas, esas habrán cicatrizado.
Mientras el futuro siga alimentándose de sueños sabremos que éstos todavía no han envejecido.