Y mientras tanto, en algún lugar, allí donde el silencio se condensa y cae como lluvia fría y triste, mis latidos ausentes dan cobijo a una mirada apagada.
Doy vueltas en círculo y no voy a ningún lugar. Miro al suelo, sigo mis pasos sobre la tierra mojada. Mis huellas son cada vez más profundas…
Pero a veces miro al cielo, de donde viene la lluvia e imagino que mucho más lejos y mucho más arriba, allí donde la luz se gestó, viajo para entregar toda mi tristeza, a cambio de una gota blanca y luminosa, que pueda volver a iluminar mi alma.
Ojalá…