Como una cuchilla cortando el aire, que corta también cualquier cosa si osas ponerla en su trayectoria.
Ella me espera en la estación y me acompaña, aunque el tiempo detenido marche en otra dirección.
Se mezcló con mi pasado y con mi futuro, como leche y café, como un poema trenzado con nostalgia.
La nada errante, trenzada también en mi voz y mi garganta, en mis horas y mis días… en los sonidos de mi guitarra y en mis manos frías.
Viajera, dormilona.
Relajada, lacerante.
Cotidiana…
Inacabable…
Que no entiende de nostalgias ni escucha tus palabras.
Sólo es. Siempre está. Conmigo… y volviéndose todo.