Las palabras más sinceras dejan surcos en el papel, como las cuchillas sobre el hielo.
Ayer, el tiempo entre cristales rotos no avanzaba para no sangrar pero hoy, busco las cicatrices que el silencio dejó en la memoria.
Sangre y tinta se deslizan por las grietas largas de los ventanales, tras los cuales escondí la noche arrancada del día y seccionado, el odio del amor.