Los pensamientos y los recuerdos son instantes de una vida que la mente desordena. Los míos, inquietos, cambian de sitio constantemente. Entre los charcos y las nubes, como las perseidas, lloran a veces para brillar. Mientras trato de ordenarlos, y sólo guiado por su brillo fugaz, la insoportable entropía los esparce frente a mí. Una y otra vez.