Una ventana abierta siempre da a alguna parte. Cuando están dirigidas hacia dentro, si te las dejas abiertas –o si alguien te las abre– corres el riesgo de que la realidad se escape por ella y se vaya para siempre de nosotros.
Una ventana abierta siempre da a alguna parte. Cuando están dirigidas hacia dentro, si te las dejas abiertas –o si alguien te las abre– corres el riesgo de que la realidad se escape por ella y se vaya para siempre de nosotros.