Corre Forrest

Corre Forrest.
Eso fue lo que me dijeron.
Y empecé a correr.
Y ahora no puedo parar.
Si lo hago yo también se parará el mundo.
Debo seguir corriendo.
No me queda otra opción.
Nadie puede alcanzarme.
Por mucho que quieran.
Yo soy más rápido.
Aunque me canse.
Aunque me desmaye.
Aunque me rompa.
Aunque me muera.
Corre. Corre. Corre.
Más. Mucho más. Muchísimo más.
Hasta que todo acabe.
Si me cruzo contigo no me interrumpas.
No me interesa lo que tienes que decirme.
Apártate y deja que siga corriendo.
Pues si paro yo se parará también el mundo.
Corre. Corre. Corre.

Qué hambre tengo. Voy a parar un ratito, a ver qué encuentro por ahí.

Y el hámster al que habían apodado como Forrest, se bajó de su rueda y se fue tranquilo hacia su plato de comida.
Cuando hubo acabado de comer, se tumbó y cerró los ojitos.

Nadie sabe cómo ocurrió pero…
El mundo dejó de girar.
Allí donde era de día se quedó de día y al otro lado del mundo se quedó estática la noche. Sin la fuerza centrífuga del giro, hubo un gran movimiento de la masa de agua del planeta. En pocos minutos miles de millones de personas morían ahogadas por el desplazamiento de los océanos. El resto, sucumbió a los pocos días.
La rueda sobre la que corrió Forrest no tuvo nada que ver. Fue una maldita casualidad.
El cambio climático alteró todos los patrones y el delicado equilibrio que hacía que La Tierra siguiera girando.
Hacía tiempo que la humanidad sabía que habían cruzado el punto sin retorno, lo que nunca imaginaron es que todo se precipitaría tan rápido.

Aún hoy, La Tierra sigue flotando inerte por el vacío cósmico, a la deriva, con todos los siglos de historia sepultada bajo las aguas frías o sobre la arena quemada por el sol.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s