Las del suelo y la de las paredes.
Algunas se mueven al son de los cuerpos a los que pertenecen. Otras estáticas, cuelgan de los objetos inanimados.
Me pregunto cuál de las dualidades es la verdadera. ¿Y si los cuerpos en realidad dependen del movimiento de las sombras? ¿Acaso son ellas las que en realidad viven y nosotros no podemos más que seguir sus pasos inevitables? ¿Somos la proyección viva de algo plano y oscuro, que se mueve y piensa un instante antes de que lo hagamos nosotros?
No hables conmigo. No pienses en mí. Hazlo con mi sombra, en mi sombra. Ella es la que vive, la que piensa, la que observa.
Yo, tan sólo estoy a su merced.