Todo estaba pensado
escrito y dibujado:
El más bello
de los laberintos
jamás construido.
Con una puerta cerrada
a la que llamar en vano,
una ventana abierta
por la que poder gritar
y unos ojos muy tristes
por si quería llorar.
Todo sigue su orden,
camino en el sentido
de las agujas del reloj.
Pero persigo mi sombra
sin poder alcanzarla:
a una esquina y media
y a una melodía
de distancia.
En el más perfecto
de mis laberintos,
diseñado y erguido
sobre un buen poema
bajo un mal sueño.