Hay un espejo en alguna parte
que solo a mí me pertenece.
Y no es de cristal, es de agua.
Es de lluvia.
Si te pones delante me verás sonreír.
Si te pones detrás me verás volar.
O caer.
El espejo brilla como el sol, pero
es tu luz la que quizá se refleja.
Tu sonrisa la que muestra.
Tu vuelo el que proyecta.
Hay un espejo en algún lugar,
con una grieta que lo cruza.
Camino por ella, despacio,
como un sonámbulo por su cornisa.
Contemplo su imagen,
que en realidad es la mía
con los trazos desdibujados,
invertidos, inversos.
Hay un espejo de penumbras
que siempre será mío.
Agrietado.
Convexo.
En el que me hago pequeño.