No pude evitar que mi reflejo se hiciera añicos.
Ni que el viento frío esparciera los trozos.
Aún hoy, daría un mundo por atesorar tan sólo uno de los fragmentos.
Si algún día te encuentras alguno… envuélvelo en terciopelo, para que no te haga daño. Y guárdalo como si fuera tuyo.