Nací vacío, de una concha hueca.
Creció bajo mi pecho un trozo de coral, y una esponja de mar dentro de mi cabeza.
En mis ojos brillaron dos aguamarinas, y de mis manos brotaron dos estrellas de mar.
De unas huellas en la arena nacieron mis pies y mis pasos.
La espuma blanca de una ola rompiente bañó mi alma. Y con la primera brisa del día, dos gaviotas la echaron a volar.
Como las mareas, muero y nazco, al tiempo del sol y de la luna.
Como las olas, me rompo contra las rocas o acaricio la fina arena.
Hace mucho tiempo que partí, buscando la línea del horizonte. Sé que nunca la alcanzaré. En plena tormenta, navego en círculos, confundiendo el cielo con el agua y el Norte con el Sur. La sal con la arena… Las nubes con algodón.
Cuando mi tiempo y mi cadencia acaben, la ola más grande y poderosa me llevará al fondo del océano… y allí me quedaré en calma. Y también el mar. Hasta que vuelva a nacer, vacío, de otra concha hueca. Y entonces todo vuelva a empezar.